Todo empezó hace más de 20 años cuando Verónica, de origen colombiano, llegó a España y se encontró con un mantón de Manila antiguo y comenzó su gran historia de amor con este objeto. Los mantones de Manila antiguos reposan atesorados en los armarios de familias, principalmente españolas, que han guardado como reliquias esta prenda que alcanzó su apogeo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Desde aquél primer encuentro Verónica ha estudiado los mantones de Manila, los textiles, y las pinturas orientales -particularmente las Dinastías chinas- siempre pensando en darles visibilidad, y queriendo dar una mirada moderna y actualizada a una cultura que ha fascinado siempre a la humanidad.

En 2020 se une con el artista Mario Aguirre, y deciden crear SilkRut para mostrar este tesoro convirtiéndolo en un pañuelo estampado en seda twill, ligero, fácil de llevar y que conserva la esencia, la forma, el alma de los mantones originales. Los diseños de los pañuelos SilkRut son únicos ya que no hay un mantón de Manila igual que otro, cada uno ha sido bordado por distintas manos y todos nuestros pañuelos se inspiran en la colección privada del marquesado de Santa Coa.

Así nace SilkRut -cuyo emblema es el león Fu, un mítico animal protector símbolo de la buena suerte- que se inspira en la Ruta de la Seda, una antigua travesía de caravanas, que data del siglo I a.C., que se aventuraban por los desiertos del Asia Central, impulsada principalmente por el comercio de seda chino. 

La Ruta de la Seda se convirtió en un mercado de seda, alfombras, lacas, abanicos, porcelana, jade, biombos, entre otras cosas, provenientes de todo el territorio asiático y adquirió importancia en la transmisión y confluencia de distintas corrientes culturales. Estos productos llegaron a los puertos de las colonias europeas, donde causaron sensación y se arraigaron, para, incluso, convertirse en parte de la cultura autóctona que se fusionó con la artesanía local. 

El mantón de Manila es un gran ejemplo de esta fusión entre Asia, Iberoamérica y España. Gracias a la ruta comercial marítima del Galeón de Manila -que unía Filipinas con Latinoamérica y España- las españolas supieron transformar la seda bordada china en sus bellísimos mantones de Manila, que toman el nombre del puerto filipino (Manila) donde se embarcaban.

La ruta del Galeón de Manila -también llamado Nao de China– fue una ruta marítima y comercial que se constituyó como puente de comunicación a través del Océano Pacífico entre las colonias españolas Filipinas y México desde 1565 hasta 1815, e hizo posible y fue la gran promotora de este intercambio cultural entre Asia, Hispanoamérica y España.

El Mantón de Manila –que tuvo su apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX en la sociedad española- al igual que otras mercancías y objetos orientales se embarcaba en la colonia española de Filipinas. Manila era el puerto donde se reunían y partían todas las mercaderías ricas y exóticas provenientes de Asia y cuyo destino final sería España.

En la segunda mitad del siglo XIX, las exposiciones universales, principalmente la de París en 1889, focalizaron la atención de los visitantes hacia el arte oriental, chino o japonés, poniendo de moda las estampas, los tejidos, las lacas, la cerámica. El gusto por lo chinesco (chinoserie).

Las ricas sedas bordadas chinas llegaron para quedarse en España, incorporándose incluso en el traje típico de muchas regiones españolas.

El mantón de Manila, además de representar el folklore y la identidad de la España profunda es una prenda muy valorada que pasa de generación en generación (ajuar) y que adorna las grandes festividades.

Los mantones de Manila contienen elementos de las Dinastías Ming (1368-1644) y particularmente de manchú Qing (1644-1911), época en la que la estética china se dirige a la complacencia del gusto occidental (chinoiseries) que muestra una obra con una decoración sobrecargada y abundante en detalles de la vida cotidiana, y de la relación con la naturaleza y sus elementos místicos.